jueves, 22 de enero de 2009

19 de Enero de 2009

Seguimos recuperando el trabajo surgido de días anteriores y ajustando para darle el brillo de lo que está vivo. Buscando el lugar que le pertenece. Encontrando la textura justa.

"Lo importante (de este lenguaje) no es lo que hace el cuerpo, sino cómo lo hace y el mecanismo que emplea para hacerlo. Cómo los brazos toman una distancia casi como si se fueran del cuerpo."

Y yo, como observador, me sigo sorprendiendo a cada paso. Los omóplatos de Getse salen de la pared y entran en un plano nuevo, diferente, donde sus músculos aparecen desde la nada, desde el interior, desde otro sitio. El llanto del braquial de Camille. Hablar con un sólo músculo. Aislar las contracciones, como Carme sobre la mesa y llegar a esa siesta placentera. Sentir el principio y el final del músculo, como si después no hubiera nada.



Y entonces, una cita:
"Durante el reposo muscular, es decir, en el intervalo de los movimientos producidos por la actividad nerviosa, voluntaria o instintiva, los músculos poseen una fuerza que no se duerme jamás y que sólo se pierde con la vida."
Duchenne

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